Descubrí que cuando peor la paso (y cuando más me equivoco) es cuando me comporto como si todo fuera tan escaso: la felicidad, las oportunidades, la amistad, el amor, la inteligencia, la creatividad, la inspiración... Uno puede llegar a la conclusión lógica de que las limitaciones que suele ver en el ambiente (la hostilidad, a veces) en realidad se encuentran dentro de sí. Pero, de ahí a cambiar de actitud... bueno, ya hablaremos. Cada vez me convenzo más de que los estados de ánimo son tan variables y tan predecibles como el estado del tiempo. Uno tiene que aprender a presentirlos y saber qué hacer (o cómo sobrevivir) las noches de intenso calor, los días lluviosos.
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