Hablo del amor burgués, claro. Ese proceso social entre dos que al principio, a causa de la extrañeza y probablemente debido a la sobre estimulación de todos los sentidos, nos recuerda siempre a nuestro pasado infantil. Pero nunca, o casi nunca, es otra cosa que una transacción, casi casi una compra venta, intercambio de recursos espirituales por materiales...
Se siente raro andar por ahí y comprobar que hay muchos sitios que podrías ocupar si no te importara quedarte dentro de los márgenes.
Va otro nombre a la lista de treintañeros que ya tienen todo resuelto: trabajo estable, un buen sueldo, una casa propia y están a la caza de alguien que pueda llenar el perfil de esposa-amante. Siempre es tentador meter tus datos, llenar la solicitud sintiéndote sobrecalificada para el puesto. Las mujeres somos infinitamente capaces de hacer feliz a un hombre, si tan sólo nosotras mismas no necesitáramos tanto. Y en la medida en que una mujer aprende a darse a sí misma lo que tanto necesita, creo yo, está sobrecalificada para el puesto de hacer feliz a un hombre. Demonios, lo harìa hasta por hobby. Pero recuerdo que yo estaba empeñada en demostrar algo. Y creo que era algo importante. Sí, creo recordar que merecía la pena.
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