Una carpeta de entrada llena de spam mail es el equivalente a una habitación repleta de polvo y telarañas. Lo indeseable encuentra siempre acceso y el descuido le permite permanecer, poblar. La misma luz se va degradando hasta que todo tiene el mismo tono opaco. Los últimos mensajes apenas y dicen algo que importe. Dan ganas de abandonar el propio hogar cuando está así, cuando no sabes en qué se ha ido el tiempo o quién ha secuestrado tu rutina. Y como si no fueras tu el del problema, piensas que en uno nuevo, está vez, no te alcanzará la materia muerta...
Y ahora una buena noticia: la materia que te alcanza no siempre está muerta.
Y ahora una buena noticia: la materia que te alcanza no siempre está muerta.